ALBERTO ROJAS JIMENEZ

Se repite en la vida de Alberto Rojas Jiménez el camino seguido por varios poetas en los inicios del siglo Veinte, en el sentido de apartarse de la existencia normal, buscar con ahínco una identidad propia, creyendo hallarla en la desenfrenada bohemia, donde el cuerpo  es objeto de  brutales ataques de alcohol, tabaco, escasez de comida, una pobreza que, aunque digna, rayaba en lo imponderable, trasnoches eternas junto a innúmeros amigos  que nunca faltaban a la cita, etc. Sálvase de esta actitud la parte espiritual por cuanto, a veces, las convivencias se transformaban en tertulias de alta calidad cultural.

Es el otro alimento  que necesitaban esas almas errantes.

Bohemia que los retuvo, estrujó y  mató.

Alberto Rojas Jiménez, cronista y poeta,  no fue ajeno a lo expresado anteriormente, pero al menos viajó, pudo publicar sus trabajos de prosa, poesía y crónicas en varios medios de prensa, aunque igual se inscribió en su corta vida con un solo libro (Chilenos en Paris, 1930), que es, al parecer, la medida de los poetas adolescentes apegados a esa forma de vivir.

No suelen abundar los comentarios sobre el valor de su prosa y poesía. En esta última, grosso modo, podemos vislumbrar una pluma que se extasía en la contemplación de los sentimientos humanos, en la dulzura del amor, en los ensueños, en la nostalgia, en cierto tipo de anécdotas donde la mujer siempre ocupa un  lugar preferencial, con mucho respeto y siempre enaltecida. También está la proverbial mirada a la natura, a los seres humanos, al sentido existencial de la vida. La mujer virginal, tierna, candorosa,   es motivo recurrente.  Mucha tristeza, harta melancolía. Romanticismo. Su lenguaje, a pesar de la época, es claro, entendible, fluido como las aguas límpidas que corren de  cordillera al mar. La misma característica de su estilo y lenguaje  notase en sus crónicas y narraciones.

Claridad, sencillez, soltura.

Fue catalogado por muchos como el principal protagonista de la bohemia capitalina, visitante asiduo de bares y cantinas. Es lo que  más se habla cuando se le nombra. Dueño de un especial humor, era irónico y profería ingeniosas palabras dependiendo  la ocasión. Reunió en torno innumerables anécdotas que sus coetáneos narran en los artículos dedicados a su escasa obra.  Alguna vez, por ejemplo,  embardunó con alquitrán la cara de un policía porque éste, muy enojado, les quitó las carabinas que Rojas Jiménez con su amigo habían cogido en el patio trasero de una comisaría y pretendían rememorar el asesinato de Manuel Rodríguez, el cual se erguía al frente  en forma de estatua.

Estaban presos  debido a una borrachera y por no haber pagado el consumo de la noche anterior. Los  enviaron al patio a “orearse”. Por esa acción fueron a parar en manos del juez.

El humor ante todo.

Pero no siempre le fue bien.

Su final, por ejemplo, es propio de alguien que no discernía la realidad,  producto más que nada de la inagotable ingesta de vino. Habiendo comido y bebido a destajo en la Posada del Corregidor, llegó el momento de pagar la cuenta. Por supuesto, no  tenía dinero. Dijo que aceptaba la deuda y bastaba con su palabra. No fue suficiente. Lo despojaron del sobretodo y la chaqueta y lo remitieron a la calle.

Afuera llovía torrencialmente. Caminó por el Parque Forestal  hasta su casa. Cogió una bronconeumonía que lo envió rápidamente al final insondable, desde donde nunca se vuelve.

Trágica muerte de un hombre que tuvo talento para las letras y para el dibujo y que, sin embargo, fiel a su conciencia de artista, prefirió la opción de vivir de acuerdo a esos ideales.

Rasgos biográficos

(Obtenido de Memoria Chilena).

Alberto Rojas Jiménez nació en Valparaíso el 21 de julio de 1900. Sus padres fueron Alberto Rojas Guajardo y Elena Jiménez Labarca. Alumno del Internado Nacional Barros Arana, realizó estudios en la Escuela de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad de Chile. Su producción literaria   comenzó en 1918 con la publicación de trabajos en prosa en la revista Zig-Zag bajo el seudónimo de Pierre Lhéry . Formó parte de la Generación Literaria de 1920  .Fue un eximio dibujante influenciado por la pintura de Chagall. Dirigió y colaboró en el periódico Claridad  . También escribió en numerosas revistas y diarios nacionales: Revista de Educación,   Atenea,  Gaceta de Chile y Revista de Arte.   Diario La Nación,  La República de Valdivia  y el Correo de Valdivia”.

En 1923 viajó a París con su amigo, el pintor Abelardo Bustamante Paschin. 

Falleció en Santiago, el 25 de mayo de 1934.

Libro publicados

Chilenos en Paris 1930, Alberto Rojas Jiménez se paseaba por el alba, 1994 (Recopilación Oreste Plath y Biblioteca Nacional)